martes, 6 de octubre de 2009

Lydia Cacho, la censora



El pasado lunes la periodista Lydia Cacho publicó en El Universal una columna en donde censura la temática del reciente libro de Gabriel García Márquez, “Memorias de mis putas tristes” e incrementa su condena ante la posibilidad de que esta obra se convierta en película, tal y como se había hablado en semanas recientes por que en ella se retrataría según sus palabras: “…una apología fílmica de la trata de menores…”.
Además si a esto se agrega que el gobierno del estado de Puebla que encabeza Mario Marín –un personaje recurrente y provechoso para la Cacho-, abrió la posibilidad de apoyar económicamente a este filme –como lo ha hecho ya en anteriores ocasiones con otras producciones-, pues el cuadro le quedó ni mandado hacer a la columnista para lanzarse de nuevo contra el propio gobernador Marín y ya de paso –por que se le cruzó en el camino- también contra el mismísimo García Márquez, por la sola posibilidad de llevar a la pantalla grande esta obra.
Y en el exceso –según mi personal punto de vista-, Lydia compara y equipara la situación final de esta trama literaria, con la historia legal de Surcar Kuri (“¿Por qué Televisa se indignó con las aberraciones de Succar Kuri y Kamel Nacif y ahora pone millones de dólares para filmar una historia muy parecida? ¿Por qué Eva Garza, dueña de FEMSA invierte en una historia que convierte la explotación sexual adolescente en un acto de amor normalizado que ella ha criticado?”, escribe la Cacho).
Debo entender que con esta argumentación, si Lydia Cacho estuviera a cargo de la oficina censora del país, también incluiría en esta condena libros como “Lolita” de Vladmimir Nabokov o “Muerte en Venecia” de Thomas Mann (que por cierto las dos con el tiempo se convirtieron en magníficas y memorables películas). En ambas tramas se gira en torno al enamoramiento de adultos mayores de jóvenes adolescentes. Ambas son consideradas por cierto, ¡obras maestras de la literatura del siglo XX!.
¿Pero será cierto que el hecho de retratar situaciones humanas -por muy crueles, inhumanas y deleznables que sean-, el arte (literario, fílmico, plástico, escénico, etcétera) se puede convertir en un apologista de ellas?
Así las cosas, entonces a Truman Capote y su famosa, “A sangre fría”, se le debe endosar el incremento de la crueldad de los crímenes seriales de los años sesenta para acá, en los Estados Unidos.
Y a William Burroughs se le debe culpar por la gran cantidad de adictos que hay en el mismo país, ya que su “Almuerzo Desnudo”, es sin duda una apología de la drogadicción y el exceso de enervantes, una glorificación del “yonqui” gringo, en pocas palabras.
Sólo esperemos que esta idea censora no se le pegue a los cristianos bíblicos tradicionalistas, porque ellos cuando lean la visión humanizada y corpórea que José Saramago, hace de Jesús de Nazareth y de María Magdalena en “El evangelio según Jesucristo”, van a anatemizar al autor portugués y lo van a culpar de la expansión del arte blasfemo y de la irreverencia cada vez más presente en torno a las imágenes sagradas cristianas.
Resumiendo:
No defiendo que se filme “Memorias de mis putas tristes”. De hecho se me hace una obra menor del gran escritor colombiano. Si se trata de llevar al cine algo del Gabo yo escogería otra novela.
(Además una obra maestra literaria no siempre tiene una justa réplica en el cine. Incluso más bien es raro que haya una buena novela que tenga una buena versión en la pantalla grande. Y muchas de las buenas películas vienen de novelas menores, así que en una de esas, ¡hasta es mejor película que libro!).
Tampoco creo que los gobiernos de cualquier nivel, deban tener como una de sus misiones el dar dinero para películas. El cine es una industria que debe tener en la ley de la oferta y la demanda, su justa retribución. Es claro que hay otras prioridades y necesidades en una entidad tan rezagada como Puebla.
Sin embargo tampoco creo que tengamos que necesitar “espíritus moralmente superiores”, Ni cancerberas de las “buenas costumbres”, que nos tengan que estar “filtrando” las creaciones artísticas, para que no nos vayamos a pervertir sexual y moralmente.
Y mucho menos necesitamos que la periodista Lydia Cacho siga sacándole jugo mercadotécnico a esos tenebrosos temas.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Las adicciones, un problema de salud


La decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en la que señala que se debe garantizar que los farmacodependientes no sean tratados como criminales sino como enfermos, tomada en esta semana que concluye, es un paso hacia la racionalización y clarificación del combate al creciente problema de las adicciones en nuestro país.
Reseña el diario El Universal esta noticia de la siguiente manera:
“En una decisión cerrada de seis votos contra cinco, el alto tribunal declaró inconstitucional el artículo 199 del Código Penal Federal, que estuvo vigente hasta el pasado 19 de agosto, que ordenaba consignar y someter a proceso judicial a los adictos cuando eran detenidos en posesión de droga para su consumo…
La argumentación de la corte fue que “dicho artículo…, permitía que a los farmacodependientes se les consignara y se les sometiera a un juicio si eran encontrados con una cantidad de droga para su consumo —aunque al final se les dejaba en libertad—; mientras que quienes eran detenidos en las mismas condiciones, pero decían que no eran adictos, quedaban libres y sin ser consignados ni fichados.”
Como se podía ver era una ley absurda e injusta. Si decías que eras “adicto” recibías trato de delincuente, si decías que no lo eras, eras liberado sin mayor trámite.
Si bien aún estamos lejos de la despenalización clara total y ostensible del consumo, que sería lo más sano y lógico, este es un paso en la dirección correcta.
Y es que en medio de la lucha contra las mafias del narcotráfico, las autoridades en muchas ocasiones sometieron a tratos de criminales narcomenudistas a decenas de miles de simples adictos, que fueron detenidos con pequeñas cantidades de alguna droga, que luego de ser sometidos, encarcelados y ser objetos en muchas ocasiones del escarnio público (como la clásica foto en la sección policiaca del diario provinciano), eran liberados por un juez, ya que no había razones fundadas para acusarlos de delitos graves.
(Eso podría explicar en mucho porque la autoridad federal anuncia 80 mil narcotraficantes detenidos en un año, de los cuales sólo menos de 2 mil eran consignados. Es obvio que la mayoría de los detenidos en este presunto combate contra el crimen, eran sólo consumidores con mala suerte.)
Así las cosas, la lucha contra la delincuencia organizada del narcotráfico es confundida con el combate a la drogadicción. Son temas relacionados, sin duda, tienen vínculos muy fuertes. Pero es claro que la violencia de las mafias es un problema delincuencial, mientras que las adicciones es un fenómeno de salud pública que requiere un trato distinto.
Esto aunado a que el pasado 20 de agosto entró en vigor las reformas a la ley contra el narcomenudeo, que incluye entre otras cosas la despenalización de la posesión de drogas en cantidades mínimas para el consumo personal, deja en claro que el país esta asumiendo poco a poco una actitud más racional y sensata para combatir de manera separada estos flagelos –la drogadicción y la narco violencia- que tanto dañan a nuestra sociedad y que aunque están ligados, deben ser atacados desde distintas trincheras.
Las adicciones –sea a una droga ilegal, al alcohol, a la azúcar, al chocolate, a la coca cola, vaya hasta ¡a una persona!-, son un problema de salud en el que están involucrados temas de relaciones de familia, de la escuela, de las amistades, de la biografía personal, pues.
Las personas no se hacen adictas porque quieren. Son una serie de circunstancias que los orillan a hacerse dependiente de una droga o cualquier otra sustancia.
Vale reproducir lo que dice Fernando Savater en una reciente entrevista en Milenio, cuando le preguntan qué decirles a los padres de familia ante este peligro para sus niños y jóvenes:
“Bueno, pues hay que decirles ‘eduque usted, eduque y eduque bien, porque todo es peligroso, en este momento internet es peligroso, la religión, como sabemos, es muy peligrosa, subirse en un avión es peligroso, la velocidad, las motocicletas, los autos y bueno, también la droga. Pues para eso está la educación, la educación está para saber cómo uno puede vivir en convivencia con los otros, sin hacerse daño, y sin matarse claro...si todo se prohíbe…’”
Y cuenta la anécdota: “el hijo de un amigo mío…, de 15 años se suicidó por amor, pues esas cosas de los adolescentes…Triste, muy triste. Entonces qué hacemos ¿Prohibimos el amor? ¿Prohibimos que los chicos salgan con las chicas?”
“Es que también el amor, cualquier cosa intensa, pasional, que da un sentido digamos a la vida, que no sea la rutina meramente laboral, todo eso lo puede llevar a un peligro, ¿Prohibimos todo eso para que la vida sea aburrida pero segura?”
Vale la pena reflexionar honesta e inteligentemente sobre esto.

La unidad priista, en riesgo


Aunque de alguna manera se ha tratado de enmendar el camino y hay muestras de un pacto de civilidad en el priismo poblano, no deja de sorprender la manera burda, desaseada y nada caballerosa con la que hasta hace unas semanas, la dirigencia estatal del tricolor había tratado por todos los medios de quitar de la contienda por la candidatura al gobierno del estado, a la actual presidenta municipal de Puebla capital, Blanca Alcalá Ruiz.
A través de artimañas como hacer decisivas reuniones entre los aspirantes cuando la alcaldesa está fuera de la ciudad y el país por motivos de trabajo, hasta ataques por diferentes frentes a través de columnistas y medios de comunicación en general, incluyendo publicaciones de encuestas de dudosa procedencia, han sido utilizados para hacer que el capital político y de voto que tiene Alcalá baje.
Esto en aras –según parece-- de encumbrar en las preferencias preelectorales a quien señala todo mundo, es el candidato del gobernador Mario Marín, el actual secretario de Desarrollo Social en el estado, Javier López Zavala.
Incluso hay quien menciona a través de las columnas de chismes y trascendidos políticos, que es el propio mandatario Mario Marín quien promueve esta estrategia para bajar de las encuestas a Blanca Alcalá.
Esto es difícil de creer ya que el mandatario poblano es un conocedor a fondo de la política y sería difícil pensar que luego de los resultados del priismo en las elecciones federales del pasado 5 de julio, en el que el tricolor unido logró barrer al panismo de Puebla, se pretenda dinamitar esta unidad y sobre todo, atacando a quien sin duda es una de las fortalezas del PRI poblano: la alcaldesa Blanca Alcalá.
Y es que es claro que sin hacer alharaca, sin grandes campañas mediáticas, sin mucho maketing, Alcalá Ruiz ha logrado convertirse en un activo político muy importante para el priismo. Y eso lo dicen los fríos números de las encuestas.
Su papel en la contienda del 2007, en la que empezó con una clara desventaja frente a su adversario panista Antonio Sánchez Díaz de Rivera, pero que fue remontando hasta alcanzar una victoria contundente, la sacó del cuasi retiro político para ponerla al frente de la quinta ciudad en importancia del país y obviamente convertirla en una “aspirante natural” a la candidatura priista al gobierno del estado.
Su carácter de mujer en estos tiempos de equidad de género y de ascenso de las féminas a diversos cargos en todos los ámbitos de la vida nacional, es también sin duda un atractivo electoral.
Es un despropósito y sería un error de pésimas consecuencias para el tricolor poblano, empeñarse en una guerra sucia contra la alcaldesa poblana.
Por lo anterior, veo difícil que el mandatario Mario Marín cometiera el desatino de promover una campaña para terminar la popularidad de una priista distinguida, por muy a favor que pueda estar de su “delfín”. Es claro que atacar a Blanca Alcalá y buscar reducirle simpatías y el afecto ciudadano, es a la larga atacar al propio priismo poblano y socavar su unidad.
Estoy seguro que esta campaña más bien proviene de ciertos operadores políticos priistas que ya se ven trepados en la “maquinaria victoriosa” del 2010 y que temen que un cambio de máquina a estas alturas del camino, los puede sacar de la soñada nómina y urgidos de expresar su condición de “más marinistas que Marín”, se lanzan a atacar a lo loco y sin medir las consecuencias.
Pero hay que recordarles que aunque se adelantaron las elecciones y el proceso electoral se acerca, todavía falta mucho camino para llegar al mes de julio del año entrante.
A nivel local y nacional pueden pasar muchas cosas. Incluso a nivel internacional, con la mala situación económica que hoy se vive.
Aún falta mucha historia por escribirse.
Aún no es tiempo de triunfalismos y menos de descartes a priori.

lunes, 14 de septiembre de 2009

El IVA disfrazado, pero necesario



Fue una jugada inteligente la del presidente de la república y su gabinete económico, de filtrar un muy pequeño y virtual IVA etiquetado con el apoyo a combatir la pobreza, en su paquete económico.
Esto obliga de inmediato a la oposición (especialmente al priismo dominante) a asumir de cara al país, su papel de corresponsable de la conducción del país en los próximos tres años, que las elecciones del pasado 5 de julio le otorgaron.
Además y pensando ya en el 2012, la discusión interna de esta propuesta sacará a flote una vez más la vieja división priista entre los “neoliberales” (salinistas y tecnócratas, bien representados por el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, hoy convertido en “una estrella más del canal de las estrellas”); y los “nacionalistas revolucionarios” (integrados por el llamado bronx legislativo del PRI, apoyados por el gobernador oaxaqueño, Ulises Ruiz y que tiene a Beatriz Paredes, como cabeza más visible).
Esto explica el porqué algunos legisladores priistas rechazan en automático el 2% de IVA disfrazado, mientras algunos otros como David Penchyna o Francisco Rojas, muestran sus reservas y dejan abierta la posibilidad de analizar a fondo la propuesta.
En todo caso el margen de maniobra del PRI en el legislativo no es muy ancho. El equilibrio entre austeridad gubernamental, deuda pública e incremento de recaudación fiscal, que contiene la propuesta del presidente Felipe Calderón, no les deja mucho margen de maniobra a sus opositores.
Y es que el PRI tiene la clara perspectiva de regresar a Los Pinos en el 2012. ¿Le convendría un retorno en situaciones económicas y sociales tan adversas? Además tienen los tricolores otro camino de negociación: la posibilidad de que este 2% o parte de el, pueda ser administrado directamente por los gobiernos de los estados, 19 de los cuales los tienen bajo sus siglas (lo que además les empujó en mucho su triunfo en el pasado 5 de julio y les podría potencialmente dar los mismos réditos para la presidencial de 2012).
Obviamente el gobierno federal no soltará tan fácilmente estos dineros y eso obligará a un espacio de acuerdo que bien puede beneficiar a PRI y PAN.
Así pues, la pelota está en territorio priista y le tocará a estos, pasados los días de la “declaracionitis” y la negativa a bote pronto, el proponer alternativas o crear mesas de negociación que le permitan al presidente Felipe Calderón un espacio de maniobra que le haga concluir mejor su segundo trienio, luego de que el primero dejó mucho que desear, por no llamarlo mediocre.
El PRD y la izquierda aglutinada –o más bien dicho, medio aglutinada- en torno a López Obrador, tienen una negación automática al IVA generalizado, así sea el 2%, sus limitadas motivaciones no son propiamente técnicas sino más bien ideológicas.
Esto último los acerca al sector del “nacionalismo revolucionario” priista, espacio en donde habría posibilidad de una alianza parlamentaria que podría si no ganar la unanimidad, por lo menos bloquear un posible acuerdo PRI-PAN.
Sin embargo se ve lejana esta opción, sobre todo por la clara oportunidad que vislumbra el priismo unido de ganar en el 2012. Si no lo hacen así podrían caer en lo mismo que les pasó en el 2003, cuando se gestó la ruptura Madrazo-Elba Esther que a la postre llevó al tricolor a su fracaso electoral más estrepitoso hasta ahora, en una elección federal.
El PRD viendo poca la posibilidad de un acercamiento con el priismo de “izquierda”, ya amenazó con recurrir a su viejo y gastado método que tantos votos le ha quitado, la de tomar la tribuna e impedir por la fuerza lo que evidentemente no podrán lograr por la razón y el acuerdo.
Esto alejaría a la izquierda electoral de toda posibilidad de ganar el 2012. Y lo acercaría más al trasnochado sueño del ciclo revolucionario deseado para 2010, con todas las consecuencias que ello puede traerles para su futuro político.
Lo importante de que pase este nuevo impuesto del 2% generalizado al consumo, además de los recursos que brindará para la urgente política social, es que romperá con un paradigma erróneo que se ha enquistado en la mentalidad de muchos mexicanos: que los pobres no deben pagar impuestos.
Y de que es un gravamen injusto: más injusto es que la minoría que consume casi la totalidad de los productos básicos del país, no pague un quinto de impuestos.
Y que no haya recursos para apoyar a una inmensa mayoría que no consume más la mínima parte de estos artículos básicos.

¿Diálogo ciudadano?



El domingo la presidencia de la república realizó un ejercicio inédito en la historia de la política mexicana, organizó un encuentro llamado “Diálogo Ciudadano”, transmitido por la web en la página de la presidencia y por los canales de televisión abierta de proyección nacional.
Con un formato inusual pero ya antes visto en sociedades como la estadunidense o la española, se trató de hacer una reunión informal entre el mismo presidente de la república, Felipe Calderón Hinojosa con un grupo de ciudadanos que desearon fueran representativos de todo el territorio mexicano.
El presidente se propuso responder a todos los cuestionamientos que estos ciudadanos de a pie le fueron haciendo.
Estuvo un tanto aburrido. El evento resultó muy acartonado, las preguntas fueron bastante a modo, se quiso mostrar una sociedad muy conforme y displicente con el gobierno federal. Como si no hubiera problemas con la economía, la seguridad pública, la salud, etcétera.
En resumen, en la emisión conducida por el buen periodista Leonardo Curzio, presentaron una ciudadanía muy dócil y correcta.
Demasiado para los tiempos que estamos viviendo. Un diálogo presidente-ciudadanía, francamente inverosímil.
Luego de su discurso del 2 de septiembre, que en general causó buena impresión incluso entre sus críticos, el presidente Calderón se lanzó la semana pasada en una gira por los más diversos noticieros televisivos y radiofónicos, desde donde fue delineando los cambios y las decisiones que estaría tomando en esta semana.
Y claro ponderando su empeño un tanto tardío, pero no por ello menos encomiable, de pasar de los “cambios posibles”, a los “cambios necesarios”, en la búsqueda de las soluciones a los grandes rezagos nacionales (reforma fiscal, energética, mejora educativa, mejor seguridad pública, más y mejor infraestructura, etcétera)
Dentro de ese esquema de política de comunicación social seguramente diseñado por sus sesudos –y seguramente muy bien pagados- asesores en medios, presentó el programa emitido el domingo por la noche.
Siempre es bueno que se busque innovar, que se intente hallar nuevas maneras de hacerle llegar a la sociedad el mensaje de los gobernantes.
Así pues el ejercicio en si mismo no está mal.
Lo que queda en duda, es ¿para qué se hace? ¿Qué fin tienen estas sesiones en televisión? ¿Qué busca el presidente Calderón con estos ejercicios de comunicación? ¿Le dará buenos o malos resultados?
¿Querrá incrementar su popularidad y la aprobación a su gestión? Sus números no son malos, tomando en cuenta la pésima situación económica, los aún magros resultados en materia de seguridad pública, y la aparatosa derrota que vivió su partido –y de alguna manera su administración- el pasado 5 de julio, su aprobación arriba de los 60 puntos, no es nada mala. Mejor, imposible dados sus resultados.
¿Lo que buscará es tener un diálogo franco con la sociedad sin la intermediación mediática? Si esta es la razón, creo que el resultado es malo. Basta compararlo con el diálogo que el presidente español José Luis Rodríguez Zapatero tuvo en un idéntico programa hace unos meses en la televisión ibérica, para darnos cuenta que esta versión mexicana estuvo muy light, muy acartonada, edulcorada y nada sincera.
¿Será que el titular del ejecutivo quiso mostrar e incrementar el músculo de su popularidad ante el Poder Legislativo, hoy dominado por el viejo y contradictorio priismo?
Es probable. La estrepitosa derrota sufrida por el PAN en las urnas, pone al presidente Calderón contra la pared ante un priismo empecinado en volver a Los Pinos en 2012.
En cualquier caso, creo que el presidente Calderón está repitiendo el error de su antecesor: gobernar para la “opinión pública”, decidir en temas fundamentales en base a encuestas y en ese afán, inmovilizarse ante los retos de las inercias y los intereses creados que se ponen a los cambios, dolorosos pero necesarios.
El discurso del 2 de septiembre es esperanzador. El evento de comunicación social del domingo 6 de septiembre, me devuelve las dudas.
Como estadista y si antepusiera lo intereses del país a los de su partido, mejor que pierda el PAN la presidencia en el 2012, que dejar que el país siga arrastrando lastres que tanto dañan a los mexicanos.

luisbenitez22@hotmail.com

Las cifras de la violencia

Un primo que tengo en Costa Rica –hijo de mexicana y tico- me pregunta a través del email, cómo se vive la violencia en México, le intriga conocer cómo es que evitamos los mexicanos las balaceras, qué hacemos cuando nos topamos con algún descabezado tirado en la calle y cómo evitamos los secuestros y asaltos.
La idea que desde ahí se tiene de nuestro país, es el de una sociedad hundida por la violencia y la inseguridad, que sobrevivimos apenas entre crisis económica, la corrupción gubernamental de todo nivel, la impunidad y la violencia criminal.
Así la idea de que nuestro país vive en una creciente descomposición social y un deterioro permanente de la vida de los ciudadanos, también la tienen muchos de los países vecinos o cercanos.
Y no es para menos. Basta ver cualquier noticiero o leer cualquier diario en nuestro país, para darnos cuenta de la violencia que se vive día a día en muchas zonas del país, de la zozobra en la que –aparentemente- viven ciudades como Culiacán, Mazatlán, Reynosa, Apatzingán, Ciudad Juárez o Tijuana.
Todos los días nos recetan en los medios cifras espeluznantes de muertes, violencia, drogadicción, que nos tiene con la idea clara entre los mexicanos que en nuestro país se vive la peor violencia que puede haber a nivel mundial.
Sin embargo cuando trata uno de buscar estadísticas confiables, bien basadas y análisis comparativos para entender la dimensión de la creciente violencia en el país, nos encontramos con que no hay.
Pero este mes en la revista Nexos, el investigador y profesor del Colegio de México (y ex comentarista del programa “Entre tres” de los lunes en TV Azteca), Fernando Escalante Gonzalbo, presenta un muy interesante y revelador artículo titulado “Homicidios 1990-2007” en el que nos demuestra con datos duros y análisis comparativos, hasta qué punto en los medios de comunicación e informativos, en materia de seguridad pública y del crimen en nuestro país, vivimos sin datos, sufrimos sin cifras claras y nos sumergimos en una profunda preocupación por estos temas, sin tener indicadores que nos digan en dónde estamos y hasta dónde hemos avanzado, o no.
En ese provocador análisis nos presenta las cifras frías sobre el delito del homicidio en México en ese periodo y nos muestra contra toda percepción actual y en contra de lo que a diarios nos recetan en todos los medios de comunicación, que las cifras nos dicen que los homicidios se han reducido.
Y que las comparaciones que nos hacemos con países como Colombia en los años ochenta son desafortunadas, porque con toda la violencia que actualmente vivimos, no hemos alcanzado ni por mucho los índices de nuestro hermano país sudamericano.
La pasarela mediática nacional, tan poco afecta a los datos y a los indicadores cuando estos no reflejan algo que sea “noticia” (léase: que sea escandaloso) no le han dedicado espacio a reflexionar sobre lo que este artículo da a conocer (con la excepción de Héctor Aguilar Camín en su columna de Milenio).
Este artículo habla a profundidad de sólo unos de los delitos más graves, sino el que más, como es el homicidio. En materia de asaltos, secuestros, robos de autos no profundiza, aunque esboza que al parecer no es muy diferente la situación a la que se vive en cuestión de homicidios.
Y es que no se trata tampoco de pensar que la violencia en México es sólo cuestión de percepción y que los medios son los culpables de esta. Eso sería tomar un camino fácil.
Se trata de entender de que es necesario conocer los datos, compararlos, analizar cifras, hacer comparativos, conocer indicadores, no sólo para tenerlos ahí para los medios, sino también para que como sociedad nos enteremos en dónde estamos y en qué rubro hemos avanzado y en cuáles no.
También sería bueno que los medios y quienes trabajamos en ellos, echemos un vistazo a este revelador texto de Escalante Gonzalbo, nunca está de más en el afán de mejor informar, hacer un alto en el camino de la vorágine de la información diaria, para reflexionar sobre datos desde una perspectiva histórica.

Nostalgias del informe



Hace diez años las voces que a través de todos los medios de comunicación, dominaban y hasta aturdían con su cantaleta, reclamaban el fin del informe presidencial, esa ceremonia seudo republicana que devino con las décadas priistas en un vulgar “besamanos”, en una especie de entronización anual y culto a la personalidad del mandatario en turno.
Hoy muchas de esas mismas voces reclaman la falta de un espacio de contacto entre el presidente de la república y sus gobernados. Es decir, hoy extrañan el informe presidencial.
¿Quién entiende a la “opinocracia” mexicana?
Quien esto escribe no extraña ni recuerda con nostalgia la otrora tradicional ceremonia del primero de septiembre. Si acaso, el asueto que en cada arranque de sexenio se daba por ley. Pero nada más.
Siempre fue una ceremonia aburrida, atiborrada de datos que nada dicen, pretexto para el autoelogio presidencial.
Hubo momentos patéticos en esos días “del presidente”, como aquel en el que José López Portillo lloró por los “desposeídos” y prometió “defender como un perro” al peso mexicano, que a partir de ese momento se despeñó de manera irreversible, metiéndonos en una crisis de proporciones mayúsculas, de la que hoy todavía seguimos pagando factura.
Total, en ese día ni informaban, ni se tomaban decisiones positivas para el país y el ritual se convertía solo en una competencia de zalamerías y genuflexiones en torno al “gran tlatoani”, al que una vez terminado su sexenio se le culpaba de todos los males.
Por desgracia el cambio de esa ceremonia inútil no trajo consigo algo mejor o más positivo.
La estridencia, el insulto, los desplantes, y los amagos de violencia fueron lo único que los políticos mexicanos de oposición lograron proponer para sustituirlo.
Eso explicaría un poco, el catálogo de desaciertos, descontroles, poses, ninguneos, desprecios que hay entre los poderes de la república y entre los partidos políticos, que es en lo que se ha convertido hoy el “día del informe presidencial”.
Para lo único que sirve es para que presidente tenga un pretexto para martirizar a base de espots a los pobres ciudadanos y para que los partidos de oposición no pierdan oportunidad de reprochárselo y contraatacar a base de declaraciones banqueteras en cuanto medio de comunicación se lo permite.
Por desgracia este es un retrato fiel de nuestra pobre democracia mexicana.
Un viejo ritual que desterramos por inútil, sustituido por una mediocre pasarela mediática que no aporta nada a la discusión de los grandes temas nacionales-¡que vaya que los hay!-.
Lo importante viene en unos días, cuando el gobierno federal entregue su propuesta presupuestal para el próximo año.
A ver si ahí se dejan las estridencias y mejor se construye algo que de verdad ayude al país al salir del hoyo en el que estamos y al que hasta hoy no le vemos una buena salida.

El 2011, tan lejos y tan cerca
Qué lejos se ve el 5 de julio desde Puebla. Qué rápido se ha olvidado la contundente derrota panista contrastada con la opulenta victoria del PRI a nivel nacional.
¿Dónde están los bonos ciudadanos ganados por el priismo en las urnas? ¿Dónde quedó la candidatura de unidad a la que arribarían gustosos para el 2010 los felices militantes del tricolor?
Los graves daños al erario público ocasionados por una mala gestión en la secretaría de salud poblana –¡en los tiempos de la influenza AH1N1!-, bien podrían convertirse en “la piedrita en el zapato” para el priismo local.
Bien vale decir a 11 meses del próximo proceso electoral: ¡tan lejos y tan cerca!

luisbenitez22@hotmail,com