martes, 26 de mayo de 2009

Benedetti y las palabras necesarias


Uno no siempre hace lo que quiere
pero tiene el derecho de no hacer
lo que no quiere.
Mario Benedetti


En los años en que florecieron las dictaduras en América Latina, muchas voces surgieron a lo largo de todo el continente que representaban la rabia, la impotencia, el deseo de justicia y de libertad, sea a través de la poesía o de la canción.
México que vivía en su “dictadura perfecta”, sirvió en mucho de válvula de escape, de caja de resonancia para muchos de esos artistas latinoamericanos que expresaban la voz de la libertad, como antes lo había sido de muchos poetas y artistas españoles luego de la guerra civil.
De esas voces sin duda resaltó por su originalidad y su vigor, el poeta y narrador uruguayo, Mario Benedetti.
Con una militancia radical en las causas de la izquierda y con un marcado acento anti yanqui, Benedetti (llamado por algunos de sus críticos con no poca sorna: “Mario Panfledetti”), en nombre de una congruencia que por momentos cayó en la intransigencia, defendió hasta sus últimos años hasta lo indefendible: los excesos de la dictadura de Fidel Castro.
Con todo para esos años, la voz de Benedetti caló hondo en los jóvenes de entonces que hallamos en sus textos, las palabras necesarias para expresar la rabia, el dolor y la esperanza de esa generación que se enfrentaba a un autoritarismo atroz e irracional.
Recuerdo los conciertos de Nacha Guevara y su pareja y pianista, Alberto Favero, quien musicalizó magistralmente el clásico “Si te quiero es porque sos…”, las musicalizaciones de Serrat, de Daniel Viglietti, de Tania Libertad y muchos versos que acompañaron a mi generación
En ese contexto, los conciertos de los chilenos Quilapayún, Inti Illimani, de maestrazo uruguayo ya finado, Alfredo Zitarrosa, de la trova cubana (Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Noel Nicola, etcétera), Mercedes Sosa, o de los mexicanos: Los Folkloristas, Óscar Chávez, Grupo “Víctor Jara”, y muchos más que le daban sentido a esas expresiones de arte radical que tenían una razón de ser ante las libertadas acotadas en todo el continente.
(La “dictadura perfecta” mexicana siempre se mostró muy dócil y permeable a las expresiones de solidaridad latinoamericana, como antes lo hizo con los republicanos españoles)
De esas voces, resaltaba sin duda la de Mario Benedetti, que sin ser la voz más sublime de la poesía y la narrativa en español, si representó en su momento, mucho del pensamiento amoroso y político de esa generación.
Su obra es vasta, pero dispareja. “La tregua” –que es una excelente novela--, “Montevideanos” y “Los poemas de otros”, pueden ser una manera inmejorable de conocer lo mejor de su pluma.
En esta semana falleció en su tierra, Montevideo. Tenía 88 años de vida necia y fructífera.
A lo mejor su rabia, su militancia y su capacidad de dar esperanza con las palabras, hoy ya no hace falta.
Pero es un hecho que alguna vez, en algún momento de millones de vidas de los jóvenes latinoamericanos de mi generación, sus palabras fueron necesarias.

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