martes, 23 de junio de 2009

Los universitarios y la innovación tecnológica

“Las debilidades de México siguen siendo sus instituciones públicas, el mercados de bienes de consumo y el mercado laboral, el nivel de educación y la falta de innovación”, así lo dice el Reporte de Competitividad de México 2009, publicado por el Foro Económico Mundial por primera vez para nuestro país.

El reporte –en cuya elaboración participó también la Universidad de Harvard- fue realizado de acuerdo a los estándares internacionales en la materia y en el se señala además de las debilidades, nuestras fortalezas a saber: “el tamaño de su mercado, buenas bases macroeconómicas y un sector privado sofisticado”.

Además se informa que México ocupa el lugar número 60 en competitividad a nivel mundial. Si tomamos en cuenta que la economía mexicana está dentro de las 12 más grandes del mundo, su nivel de competitividad es más que malo.

Como se puede notar dentro de las debilidades plateadas están el nivel de educación y la falta de innovación. Es decir, nuestra formación no sólo a nivel básico, sino también a nivel medio superior y superior, no está entre nuestras fortalezas. La falta de innovación es inherente a lo antes señalado. No hay investigación tecnológico dirigida hacía las necesidades económicas de nuestro país.

Por eso es importante y hay que resaltarlo, el anuncio hecho en esta semana por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (Upaep) y la empresa armadora de autos Volkswagen de México, de que se abre la carrera de ingeniería en diseño automotriz.

Y es que por increíble que parezca, en Puebla, sede desde hace casi 50 años de la planta de una de las empresas automotrices más importantes del mundo, y sostén económico de la región Puebla-Tlaxcala, no se había buscado formar técnicos profesionales especializados en los vastos temas relacionados con la construcción de autos (prácticamente se requieren de todas las áreas de ciencias exactas).

Las universidades poblanas se pasaron casi cinco décadas contemplando cómo llegaba la tecnología alemana. Teniendo expertos trabajando en la planta automotriz, no se les había ocurrido aprovechar esto para formar técnicos profesionistas que aportaran a la innovación tecnológica que se ha gestado en estas últimas décadas en la planta de VW.

Un poco tarde -pero es mejor que nunca-, una universidad poblana se da cuenta de esto y abre por fin una carrera que vincule de manera real y provechosa, el conocimiento e innovación tecnológica que una institución de educación superior puede dar a la planta productiva regional.

Tuvo que ser una institución privada la que tuviera esta iniciativa.
Pero sería momento que la BUAP y otras instituciones públicas, también se dieran cuenta de estas áreas de oportunidad y creen un vínculo verdadero –no retórico- entre universidad-empresa.

Esa idea de que sólo la ciencia pura es conocimiento y que trabajar para mejorar los métodos de producción en las empresas, es trabajar para la clase empresarial (“y fomentar la explotación del hombre por el hombre…” etcétera), es volver a un pasado ideológico, que no ha resultado productivo ni benéfico para la región, ni el país. Y muchos menos para los sectores más empobrecidos de México.

El rezago nacional en competitividad no es responsabilidad única de los gobiernos federal y estatales. Tienen su parte de culpa, pero no toda.

Las autoridades universitarias y las dirigencias patronales, cada una por su lado y en conjunto, tienen mucho que hacer al respecto.

La izquierda, perdida


La campaña esquizofrénica que viene desarrollando Andrés Manuel López Obrador a favor de tres partidos distintos en todo el país, tiene a la izquierda mexicana metida en un verdadero desgarriate.

Mientras en la televisión a través de espots apoya al Partido del Trabajo (instituto político que de seguro será su sede definitiva luego del 5 de julio), en sus giras ahora apoya al PT, mañana a Convergencia y pasado mañana al perredismo defeño.

Es decir un espectáculo kafkiano del que nada bueno puede salir. Nada bueno para la izquierda democrática e institucional, porque para López Obrador es claro que esto le conviene, a esa división y confusión política le apuesta, ya que prefiere quedarse con muchos menos votos que en el 2006 y contar con menos militantes y activistas, pero más incondicionales.

Es claro que el PT es su consentido. Es de mencionar que en sus inicios se rumoraba que el Partido del Trabajo era una creación de la familia Salinas de Gortari, especialmente de Raúl, quien en sus años mozos profesó una militancia en la izquierda maoísta.

Qué extraño ¿no? que el partido creado bajo la égida salinista en la presidencia de CSG, la ente política más odiada y el enemigo identificado por antonomasia del lopezobradorismo, sea el que se esté convirtiendo en el principal sustento y refugio político del caudillo tabasqueño.

Difícilmente AMLO y compañía podrá rebasar el carácter marginal que hoy tiene el PT en la escena política mexicana. Sin duda les hará crecer su votos y le logrará quitar muchos al PRD, pero difícilmente los pongo en una situación muy diferente al que ahora tiene el PT.

Por ello, López Obrador, inteligente, también apuesta a las posiciones que Convergencia le puede dar. También son pocos y difícilmente podrán superar también su carácter marginal.

Pero ya juntos PT y Convergencia, ya son un buen capital político, pequeño, pero con dinero suficiente para que AMLO pueda seguir su sueño presidencial con miras al 2012.

Si a esto se añade las candidaturas que el PRD gane (principalmente en el DF) y que el lopezobradorismo seguro reclamará para sí luego del 5 de julio por ser de candidatos de corrientes adeptas a él, nos da la cuenta de que la ración de votos que puede captar en estas próximas elecciones López Obrador, será nada desdeñable.

Y estos votos serán arrancados en su mayoría de los que ya no se irán al PRD.

Así pues es previsible que el panorama de la izquierda democrática cambiará sustancialmente luego del 5 de julio.

Ante eso se empieza a mencionar que Jesús Ortega prepara para después del proceso electora luego de ver las cifras de los resultados, ya la propuesta oficial de expulsión de López Obrador del PRD.

A su vez se rumora que será el propio AMLO quien se encargará de “mandar al diablo” a su partido y conformar una movimiento político que con el registro del PT o de Convergencia, empiece su camino hacia Los Pinos para el 2012.

Cualquiera de los dos escenarios es previsible.

En todo caso una vez más, se confirmará en este 2009 el viejo diagnóstico de la izquierda mexicana desde los tiempos universitarios: son pocos, pero bien divididos.

Las manifestaciones y protestas


En la semana que concluye se dio un fuerte enfrentamiento en la ciudad de Puebla, entre los participantes de una marcha de protesta (integrada por maestros disidentes del SNTE, habitantes de Azumiatla, Atzalan, miembros del Suntuap, ambulantes de la 28 de octubre, entre otros) con fuerzas de la seguridad pública del estado.

Un hecho de estas características ya tenía tiempo que no se presentaba en la capital poblana, pero no porque no haya marchas o protestas de grupos u organizaciones políticas y ciudadanas (de hecho hay un plantón de Antorcha Campesina desde hace un mes frente a la sede del Gobierno del Estado, que interrumpe la vialidad de una importante avenida poblana), sino porque por lo regular, la fuerza pública no actúa y permite que estas marchas transcurran sin problema alguna, a pesar de que causan grandes perjuicios a muchos ciudadanos inocentes que se ven afectados por estas protestas ciudadanas.

Este es un buen pretexto para reflexionar sobre la pertinencia de regular y normar las protestas callejeras de grupos políticos y/o ciudadanos.

De ninguna manera se trata de impedir o acallar las inconformidades –cualesquiera que sean- de estos grupos, se trata de que se apeguen a algunas normas mínimas que canalicen sus protestas hacía las instancias pertinentes, que perturben y sacudan a los verdaderos destinatarios de su reclamo (dependencias y funcionarios públicos), pero que no dañen la vida cotidiana de los ciudadanos comunes y corrientes que requieren hacer su vida normal, y que con estas protestas sufre retrasos, molestias e incluso agresiones de parte de muchos de los protestantes –no todos, claro-, que ven de manera injusta a inermes ciudadanos, como potenciales enemigos.

Tampoco se trata de poner en tela de juicio las razones o causas de sus molestias.

Difícil sería calcular el daño económico que estas expresiones causan a la sociedad, pero estoy seguro de que es cuantioso lo que se pierde cada que hay –que es muy seguido, por cierto-, cierres de calles, bloqueos de dependencias, interrupciones de tráfico en carreteras o autopistas, y demás expresiones de descontento que día a día se ven no sólo en Puebla, sino en todo el país.

Y es que en México es de los pocos lugares en que suelen pasar situaciones como estas. Estoy seguro que si uno quiere cerrar una vialidad en cualquier ciudad de EU, de España, de Cuba, de Corea, de China y no digamos de cualquier ciudad europea, simplemente la fuerza pública actuaría de manera inmediata para no permitirlo por ningún motivo.

Para nuestra sociedad mexicana y especialmente para muchos medios de comunicación y quienes trabajamos en ellos, es políticamente incorrecto pensar siquiera en buscar reglamentar las manifestaciones. Sobre todo si estas son expresiones de gente humilde o campesina, cuya causa es justa o se aprecia justa, de antemano (aunque a veces no lo sean tanto y sean reflejo más bien de la manipulación de dirigentes que defienden intereses personales o de pequeños grupos).

Esto conlleva al mismo tiempo una actitud censora en automático, del actuar de los cuerpos policiacos.

Es decir, que grupos ciudadanos interrumpan la circulación de calles, que agredan a personas (sean funcionarios, periodistas o simples transeúntes) no es tan mal visto, es hasta normal.

Pero que policías actúen contra estos manifestantes, que los obliguen a no perturbar a otros ciudadanos y que en esta acción, utilicen la violencia física para someterlos, es visto con desconfianza y hasta con reprobación por muchos trabajadores de los medios de comunicación y mucho de la llamada “opinión publica”.

Yo creo que es momento de analizar y reglamentar estas expresiones de descontento.
La justeza de sus causas y la legitimidad de sus luchas deben ser tema de abierto debate en los medios de comunicación, en las instancias gubernamentales, en los tribunales y eventualmente en las campañas políticas.

Pero no en las calles ni en las carreteras. Se trata de irnos civilizando.

No faltará el que diga que el primero que debe actuar de manera civilizada es el gobierno y sus instancias. Estoy de acuerdo, pero creo que también los ciudadanos y sus organizaciones deben respetar a la comunidad y no tomarla como rehén para conseguir sus objetivos por muy nobles, históricos y legítimos que sean.


luisbenitez.blogspot.com

Voto de castigo


La campaña “anulacionista” está creciendo, va dando giros y teniendo matices a lo largo y ancho del país. Pero todos coinciden en el fondo: que este sea un gesto de desaprobación en contra –específicamente- de los partidos políticos.

La respuesta de los partidos tradicionales ha sido unánime: rechazo total y absoluto a cualquier propuesta que no sea optar por alguno de los partidos reconocidos y registrados.
Incapaces los institutos políticos mexicanos –especialmente el PRI y el PAN- para llegar a acuerdos fructíferos en temas esenciales para el país, en esto del “voto blanco” no lo piensan dos veces, se unen a su condena y lanzan maldiciones.

No les pasa por su ocupada cabeza la posibilidad de que ellos, los propios partidos políticos y sus dirigentes, sean los destinatarios de esta protesta ciudadana.

Se ha escuchado desde los propios partidos y los funcionarios electorales, propuestas como la de “votar por el menos malo”, hasta el elegir a candidatos y no partidos, y ya en la desesperación hasta nos piden optar por el “de tinmarin de dopingué …” . El caso es no anular el voto.

La jerarquía católica, democrática como es, ya se unió a la condena contra los anulacionistas y pide a los mexicanos que votemos.

No ha faltado el despistado –como el candidato a diputado por el PAN, César Nava en un programa nocturno de televisión- que acusa en este gesto una especie de traición a la patria, un “mandar al diablo” a la democracia mexicana, un peligroso paso previo hacia una dictadura tipo Chávez, Fujimori o de plano como la de Hitler en Alemania.

A los opinadores, intelectuales y simples ciudadanos se han unido políticos de cepa, como es el caso de Dulce María Sauri Riancho, ex gobernadora de Yucatán, diputada y senadora priista, que en su blog (http://dulcesauri.blogspot.com/) llama sin dudarlo a castigar a los partidos –incluido el suyo- y pide que se ponga en la boleta la frase “Así no”.

Un iniciador y precursor de esta postura ciudadana, es el poblano Gabriel Hinojosa Rivero, ex presidente municipal por el PAN y hoy un político independiente que encabeza el Movimientos Gobierno Segunda Generación (G2G) (http://www.movimientog2g.org/g2g/), quien desde hace unos seis meses tiene en marcha su campaña “Tache todos”, quien propone precisamente tachar a todos los partidos ofertados en las boletas para anular el sufragio.

Está otra propuesta, la que encabeza desde el DF, Elisa de Anda, su campaña “Vota Independiente” (http://votaindependiente.org.mx/aboutus.asp) quien propone que en el espacio en blanco de la boleta electoral, destinada a candidatos no registrados, se ponga el nombre de la persona que nosotros queramos que sea nuestro representante.

Todos tienen un común denominador. Quieren expresar un absoluto rechazo no la democracia, no a la participación ciudadana, tampoco se trata de torpedear a las instituciones electorales, se trata de mandar un mensaje a los partidos.

Todos –o casi todos- coinciden en por lo menos cuatro puntos:

-Crear y legislar en torno a la posibilidad de las candidaturas independientes

-Reelección de diputados y senadores

-Reducción de las curules (extinguir a los plurinominales en las dos cámaras)

-Transparencia y rendición de cuentas de parte de los partidos políticos y los funcionarios

En resumen se busca una mayor y mejor representatividad ciudadana en el poder legislativo y en quien ejerce el poder ejecutivo en los tres niveles de gobierno.

Es decir que los legisladores y funcionarios se sometan directamente a la evaluación ciudadana y no a los intereses partidistas.

Insisto: yo voy a votar, no voy a anular mi voto, pero defiendo el derecho, la pertinencia y las potencialidades ciudadanas de este movimiento.

Sólo espero que los partidos políticos sepan escuchar y hagan a un lado la soberbia que los ciega y los hace palidecer de rabia ante este movimiento “anulacionista”.

¿Y el hoyo fiscal?

Hace dos semanas el diputado federal Jorge Estefan Chidiac puso el asunto sobre la mesa y al hacerlo reconoció que por lo menos era un tema debatible y necesario analizar, dada la gravedad del problema financiero que se avizora para nuestro país.
El tema que el priista sacó a colación es la aplicación del IVA de manera generalizada, incluyendo medicinas y alimentos.

Claro está, dado que son tiempos electorales poco propicios para tratar temas como el de los impuestos, pronto el legislador priista tuvo que hacer malabarismos, para aventar la papa caliente a otras fuerzas políticas.

Y qué mejor que endosárselas a sus adversarios del PAN, con quienes la contienda federal de julio será muy disputada.

El panismo local conocedor de lo complicado que es vender una propuesta como esta en elecciones, ha hecho mutis y simplemente no dice nada.

Como ninguno de los demás partidos, que ante un tema de verdad de fondo y urgente como estos, mejor no le entran.

En todo caso, queda claro que el PRI poblano no propone ni propondrá nunca –a decir de sus dirigentes y representantes legislativos- la aplicación del IVA generalizado.
Pero no queda claro lo que sí van a proponer.

Porque el problema del “hoyo fiscal” que pronto vivirá el país sigue ahí. Simplemente no hay recursos, ni de dónde sacarlos. Con elecciones o sin elecciones, el año entrante los recortes presupuestales en los tres niveles de gobierno serán implacables.

Tomando en cuenta la recesión económica que padecemos, la reducción de ingreso por exportaciones petroleras, reducción de remesas de EU y del comercio en general con el mercado estadunidense y demás, el problema se torna muy complejo.

Y afectarán principalmente y de manera inmediata a todos los gobiernos estatales y los municipales.

La pregunta queda así: ¿de dónde van a salir los recursos para cubrir el altísimo gasto corriente de los estados y municipios? Que incluyen salarios de trabajadores de la seguridad pública, de la salud, de la educación y de los servicios básicos (agua, recolección de basura, etcétera)

¿De qué fuente de dinero se echará mano para seguir con las muy necesarias obras de infraestructura y con nuestras pretensiones de desarrollo tecnológico y científico?
¿Cómo se va a pagar la deuda pública de estados y municipios?

Sólo hay de tres sopas:

Uno. Que se reduzca drásticamente el gasto público vía, reducción de salarios (tanto a altos directivos como también a personal operativo como maestros, burócratas, policías, etcétera) lo mismo que contrataciones de personal nuevo, suspensión de inversión en infraestructura (hospitales, carreteras, escuelas, vías de comunicación, electrificación, etcétera).

Dos: que se pidan recursos prestados al exterior (Banco Mundial, Banco Interamericano, Fondo Monetario Internacional, etcétera) con los problemas que en la economía mexicana han dejado los endeudamientos externos en sexenios anteriores.

Tres: buscar incrementar el ingreso a las arcas gubernamentales por vía del aumento en los impuestos (una de esas propuestas es precisamente la del IVA generalizado).
Tiene que ser cualquiera de estas tres o una combinación de todas.

Pero no hay más.

Si el PRI poblano descarta el tema de incrementar impuestos de tajo, entendemos que entonces se quedará con las dos primeras opciones. Es decir por descarte, va a proponer la reducción del gasto público y el endeudamiento externo.

Los otros partidos políticos no han dicho en este tema, esta boca es mía.

Y mientras los ciudadanos contemplamos dimes y diretes, dichos y desmentidos, insultos y respuestas de uno y otra bando, este que es un tema de altísima prioridad, simplemente no se toca.

¿Qué va a pasar con esta falta de recursos después de las elecciones de julio?, simplemente no sabemos y estamos en ascuas.

sábado, 6 de junio de 2009

Votar por votar


El ya famoso “voto blanco”, está levantando revuelo entre la clase política y por lo que se ve en los blogs periodísticos y en las vertidas opiniones fuentes ciudadanas, está concitando cada vez a más adeptos.

El hecho de que los dirigentes partidistas, militantes y candidatos de todos los partidos de manera unánime se hayan volcado a condenar la anulación del voto, creo yo, ya es un buen síntoma.

Eso quiere decir que la señalada inutilidad del “voto blanco” no es tan cierta. (La declaración de Santiago Creel señalando al voto nulo, como un “suicidio político”, retrata la angustia de los personajes de la política nacional).

Aquellos que señalan que este procedimiento en las urnas es un desconocimiento implícito de todas las instituciones políticas mexicanas (una especie de “mandar al diablo” a todo la arquitectura democrática mexicana) y un virtual llamado a la “refundación” del Estado mexicano (Porfirio Muñoz Ledo dixit), creo yo que se equivocan.

Es la confirmación de la inclinación por una sociedad democrática, un voto de confianza por la urnas, por la participación ciudadana y por el derecho de los votantes a externar de una manera civilizada, pacífica y genuinamente libre, el descontento no con el sistema democrático, sino con los partidos políticos y la “partidocracia” que sufrimos.

Porque no es lo mismo abstenerse, a ir a las urnas y anular el voto. Son dos cosas muy distintas. La primera puede ser signo de abulia e indiferencia. La segundo lo es de hartazgo o por lo menos decepción.

Apuntar que no creer en ningún partido y sus candidatos, es “mandar al diablo” a las instituciones es otro gesto de la “partidocracia”. Los partidos son personajes centralmente importantes para una democracia representativa como la que queremos construir en nuestro país, pero no los únicos ni los más importantes.

El protagonismo está en el voto ciudadano. En la capacidad de los votantes en expresar su opinión no sólo vía el voto libre y secreto (que es sin duda central), sino también a través de la libertad de expresión, de prensa, de pensamiento y de la necesaria interacción con sus funcionarios públicos.

Piden los políticos a los que van a anular su voto, que mejor propongan y participen. Creel convocó preocupado:

“…a organizaciones o líderes de opinión que están promoviendo la idea del voto en blanco, a que expresen en qué no están de acuerdo con el sistema político...”

Pero tenemos una legislación electoral que no permite candidaturas independientes, que impide la participación de la opinión ciudadana a través de los medios masivos, que castiga las “campañas negativas”, que obliga que cualquier ciudadano pueda ser partícipe con peso en el debate político sólo a través de los partidos, que lanza campañas en las que no hay lugar a propuestas concretas y reales, sino más bien para estridencias, denuestos y descalificaciones.

Al final será hasta el 6 de julio cuando se den a conocer las cifras de la participación ciudadana en las urnas, cuando se sepan los porcentajes de abstención y del voto nulo, cuando se aprecie la dimensión justa del fenómeno que el “voto blanco” está provocando en la democracia mexicana.

Una cosa si es un hecho: se trata de un fenómeno inédito en México y apenas con antecedentes en las democracias del mundo (en Argentina parece que a principios de esta década se dio un fenómeno similar). Lo que pueda provocar esperemos sea positivo para generar unos procesos democráticos más confiables y representativos.

El voto nulo no será la panacea que resolverá los rezagos de nuestra democracia. Tampoco creo que de veras haga preocuparse a los partidos políticos, hoy dueños y señores de las elecciones y sus presupuestos.

Pero por lo menos si creo que será una referencia para todos los actores políticos de México, para que se den cuenta del tamaño del descontento ciudadano.

Confieso que yo no voy a anular mi voto. Pero defiendo el derecho que tiene los votantes a hacerlo si así expresan su descontento, y apelo a la obligación de los partidos, de los funcionarios públicos (incluido el presidente de la república y los representantes de los poderes legislativo y judicial) y dirigentes, a atender a este llamado ciudadano.

Un consejero electoral sagaz
“…El IFE está siendo más sumiso que en 2006, ya que además sufre de miopía. No tengo la menor duda de que hay una institución presidencial que esté llevando el mismo discurso que un partido político que está en campaña, como lo es el PAN”, esta sagaz expresión es del consejero electoral Marco Antonio Gómez.
Y agrega que es “… lamentable que el resto del consejo general del IFE, incluido el presidente consejero, no lo ven así, ya que durante el Consejo Nacional de Seguridad Pública, el Ejecutivo utilizó un discurso similar a los mensajes del PAN.”
¿Que extraña idea del juego democrático mexicano es esta de que un consejero electoral se extrañe y denuncie que en un tema central para el país, el discurso del presidente coincida con el de su partido?
¡Yo me extrañaría y me preocuparía si no fuera así!

¿Y el hoyo fiscal?

Hace dos semanas el diputado federal Jorge Estefan Chidiac puso el asunto sobre la mesa y al hacerlo reconoció que por lo menos era un tema debatible y necesario analizar, dada la gravedad del problema financiero que se avizora para nuestro país.

El tema que el priista sacó a colación es la aplicación del IVA de manera generalizada, incluyendo medicinas y alimentos.

Claro está, dado que son tiempos electorales poco propicios para tratar temas como el de los impuestos, pronto el legislador priista tuvo que hacer malabarismos, para aventar la papa caliente a otras fuerzas políticas.

Y qué mejor que endosárselas a sus adversarios del PAN, con quienes la contienda federal de julio será muy disputada.

El panismo local conocedor de lo complicado que es vender una propuesta como esta en elecciones, ha hecho mutis y simplemente no dice nada.

Como ninguno de los demás partidos, que ante un tema de verdad de fondo y urgente como estos, mejor no le entran.

En todo caso, queda claro que el PRI poblano no propone ni propondrá nunca –a decir de sus dirigentes y representantes legislativos- la aplicación del IVA generalizado.

Pero no queda claro lo que sí van a proponer.

Porque el problema del “hoyo fiscal” que pronto vivirá el país sigue ahí. Simplemente no hay recursos, ni de dónde sacarlos. Con elecciones o sin elecciones, el año entrante los recortes presupuestales en los tres niveles de gobierno serán implacables.

Tomando en cuenta la recesión económica que padecemos, la reducción de ingreso por exportaciones petroleras, reducción de remesas de EU y del comercio en general con el mercado estadunidense y demás, el problema se torna muy complejo.

Y afectarán principalmente y de manera inmediata a todos los gobiernos estatales y los municipales.

La pregunta queda así: ¿de dónde van a salir los recursos para cubrir el altísimo gasto corriente de los estados y municipios? Que incluyen salarios de trabajadores de la seguridad pública, de la salud, de la educación y de los servicios básicos (agua, recolección de basura, etcétera)

¿De qué fuente de dinero se echará mano para seguir con las muy necesarias obras de infraestructura y con nuestras pretensiones de desarrollo tecnológico y científico?

¿Cómo se va a pagar la deuda pública de estados y municipios?

Sólo hay de tres sopas:

Uno. Que se reduzca drásticamente el gasto público vía, reducción de salarios (tanto a altos directivos como también a personal operativo como maestros, burócratas, policías, etcétera) lo mismo que contrataciones de personal nuevo, suspensión de inversión en infraestructura (hospitales, carreteras, escuelas, vías de comunicación, electrificación, etcétera).

Dos: que se pidan recursos prestados al exterior (Banco Mundial, Banco Interamericano, Fondo Monetario Internacional, etcétera) con los problemas que en la economía mexicana han dejado los endeudamientos externos en sexenios anteriores.

Tres: buscar incrementar el ingreso a las arcas gubernamentales por vía del aumento en los impuestos (una de esas propuestas es precisamente la del IVA generalizado).

Tiene que ser cualquiera de estas tres o una combinación de todas.
Pero no hay más.

Si el PRI poblano descarta el tema de incrementar impuestos de tajo, entendemos que entonces se quedará con las dos primeras opciones. Es decir por descarte, va a proponer la reducción del gasto público y el endeudamiento externo.

Los otros partidos políticos no han dicho en este tema, esta boca es mía.

Y mientras los ciudadanos contemplamos dimes y diretes, dichos y desmentidos, insultos y respuestas de uno y otra bando, este que es un tema de altísima prioridad, simplemente no se toca.

¿Qué va a pasar con esta falta de recursos después de las elecciones de julio?, simplemente no sabemos y estamos en ascuas.

miércoles, 3 de junio de 2009

Elecciones aquí y allá

El próximo 7 de junio, se realizarán los comicios para elegir a los 785 integrantes del Parlamento Europeo, conformado por 27 países del viejo continente.

La proeza de integración que Europa está construyendo desde el final de la Segunda Guerra Mundial, es un fenómeno admirable e histórico. Quién iba a decir que después de los horrendos enfrentamientos entre alemanes contra franceses e ingleses en la primera mitad del siglo pasado, se iba a establecer una alianza que les daría no sólo una unión política estratégica, sino una integración económica que ha permitido que Europa se convierta sin duda, en la vanguardia de la civilización en términos de educación, política, cultura y salud.

Con sus reveses y sus conflictos, la Unión Europea –y su parlamento- ha posibilitado que países como España que hasta los años setenta vivía una pedestre dictadura y una economía rezagada, hoy se convierta - con todo y su desempleo con la crisis global que se vive- en un país con uno de los mejores niveles del mundo.

España hasta la primera mitad del siglo XX tenía un serio problema como expulsor de migrantes durante siglos. Hoy su problema es tener en sus litorales y su frontera con África, a miles de personas que quieren entrar a Europa por su territorio.

Bueno, pues España, hoy integrante de esa sociedad civilizada y de leyes, tiene para el próximo 7 de junio las elecciones de sus integrantes al Parlamento Europeo (50 diputados españoles, mientras Alemania tiene 99, Francia 72, Reino Unido 72 y los que tienen menos representantes son Malta con 5 y Luxemburgo con 6).

La expectativa de participación de los electores ibéricos es en el mejor de los casos del 45% (en las pasadas elecciones parlamentarias europeas de 2004, participaron el 45.7%).

Los más pesimistas prevén una participación de apenas el 39% o menos.

Y si bien claman los partidos políticos españoles porque haya más participación en estos comicios, dada la importancia histórica que implica para el viejo continente la noción europeísta, esta baja participación ciudadana no causa visiones catastrofistas ni desánimo entre los políticos españoles.
En contraste, en México, la predecible escasa participación ciudadana en las próximas elecciones de diputados federales, origina percepciones desastrosas y pesimistas de la democracia mexicana, da material a analistas y periodistas para menospreciar a los partidos y a la incipiente democracia mexicana.

En México es un hecho que debemos esperar una participación ciudadana de alrededor del 40%, más o menos.

Y no debemos espantarnos por ello, dada la compleja y mala legislación electoral con la que hoy contamos y la decadente credibilidad de nuestras instituciones electorales, y dado el hartazgo ciudadano ante tanta miseria intelectual en las campañas políticas que hoy sufrimos.

(Miseria a la que por cierto, mucho ayudan la mayoría los medios de comunicación, impresos y electrónicos, con su obsesivo gusto por el escándalo, la estridencia y por el “periodismo fontanero” que hoy domina la escena nacional, antes que a la información seria y analítica).

Por ello también se me hace un exceso autoritario que en el Instituto Estatal Electoral de Puebla, se empiece a gestar una campaña para multar y penar a Gabriel Hinojosa Rivero (ex edil de la capital poblana por el PAN y que hoy no milita en ningún partido reconocido) y al movimiento que encabeza llamado Gobierno Segunda Generación (G2G) por su campaña “Tache a todos”, que lanzó hace ya unos meses en el que llama a que la ciudadanía acuda a las urnas pero para anular su voto.

Esa idea de votar forzosamente por una de las opciones que nos ofrece la política mexicana actual se me hace autoritario y antidemocrático.

Y querer castigar a Hinojosa y a su movimiento por buscar externar a través de las urnas –aunque sea anulando el voto-, el descontento real de muchos ciudadanos hacía los partidos políticos mexicanos y de alguna manera hacia lo que en materia política se ofrece en los medios de comunicación del país, es doblemente autoritario y lo que hace es castigar una protesta civilizada, provocando que movimientos futuros de descontento se expresen por rutas fuera de las legalidad (paros carreteros, interrupción de vialidades, cierre de oficinas, marchas callejeras, etcétera), ya que esas maneras son menos penados y por desgracia más eficaces para llamar la atención y reivindicar derechos.

De futbol y líderes

El lugar común reza: al frente de un gran equipo siempre hay un gran líder. O al frente de una institución exitosa siempre habrá un dirigente visionario y responsable que lo conduce y lo guía.

En el caso de equipo Puebla de la Franja que mantuvo ilusionado durante dos semanas al aficionado camotero, en ayunas de victorias y éxitos desde hace 17 años, en la cancha sí hubo un gran líder, conductor y motivador: José Luis Sánchez Solá, el ya famoso “Chelis”, técnico poblano que supo ascender al equipo al máximo circuito del futbol nacional y los colocó en la antesala del campeonato, con una nómina modesta en números, pero que resultó grande en corazón y trabajo en equipo.

Y Chelis lo hizo no sólo con mentalidad positiva, sino también con inteligencia y buena dirección técnica.

En el caso de la institución del futbol como empresa, lo que pudimos ver en el equipo de la franja fue no solo la falta de líderes o su clara incompetencia, sino que los que encabezaban al club –o que por lo menos deberían hacerlo-- demostraron a los cuatro vientos su absoluta incapacidad para ponerse de acuerdo, tomar decisiones y cumplirlas.

Y vienen las preguntas: ¿qué hacer cuando los “líderes” de un proyecto se ausentan o no sirven? ¿qué pasa con el equipo? ¿qué hacer?

El Chelis tuvo una respuesta: ante la falta de una cabeza que dirija, él asumió la responsabilidad de conducir la nave, motivar a su gente, exigirles no agachar la cabeza, a pesar de faltas y retrasos en el pago, a pesar de todos los inconvenientes, los animó a llegar hasta donde llegaron.
Y no llegaron a más porque de plano no se pudo. Pero por lucha, ánimo, amor a la camiseta y ganas de partirse la cara, no pararon.

O sea, el equipo de Puebla llegó hasta dónde llegó, no porque tuvieran unos líderes inteligentes, eficientes y motivadores, sino a pesar de las burradas de sus dirigentes.

Ahora: ¿imagínese amable lector, qué hubiera pasado si la dirigencia hubiera hecho lo que le toca, ya no digamos excelentemente, sino solo bien?

Esta historia es por muchos conocida y se repite en la vida cotidiana en los que creemos, participamos y vivimos en las labores de equipo, sea en la casa, en el trabajo, en la escuela, ¡o en el país!

Y todo se resume en la duda ¿qué hacer cuando nuestros dirigentes no saben ni dónde pisan?
El Chelis y su oncena nos dieron una lección: seguir trabajando, luchando, pensando, buscando hacer mejor las cosas bien o mejor, pensar en lo mejor para el equipo, anteponer el interés de todos al personal, a pesar de los dirigentes.
Parece cierta esa idea --que yo no creo plenamente, pero que algunos hechos me la hacen reflexionar--, de que los mexicanos nos crecemos ante el castigo, que no nos gustan las cosas fáciles, que nos agrandamos ante la adversidad.
Tenemos un sentimiento fatalista que deviene en un cierto masoquismo existencial, que nos hace hacer mejor las cosas bajo presión, cuando parece que todo ya está perdido es cuando mejor podemos trabajar. ¿Será cierto?