miércoles, 30 de septiembre de 2009

Las adicciones, un problema de salud


La decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en la que señala que se debe garantizar que los farmacodependientes no sean tratados como criminales sino como enfermos, tomada en esta semana que concluye, es un paso hacia la racionalización y clarificación del combate al creciente problema de las adicciones en nuestro país.
Reseña el diario El Universal esta noticia de la siguiente manera:
“En una decisión cerrada de seis votos contra cinco, el alto tribunal declaró inconstitucional el artículo 199 del Código Penal Federal, que estuvo vigente hasta el pasado 19 de agosto, que ordenaba consignar y someter a proceso judicial a los adictos cuando eran detenidos en posesión de droga para su consumo…
La argumentación de la corte fue que “dicho artículo…, permitía que a los farmacodependientes se les consignara y se les sometiera a un juicio si eran encontrados con una cantidad de droga para su consumo —aunque al final se les dejaba en libertad—; mientras que quienes eran detenidos en las mismas condiciones, pero decían que no eran adictos, quedaban libres y sin ser consignados ni fichados.”
Como se podía ver era una ley absurda e injusta. Si decías que eras “adicto” recibías trato de delincuente, si decías que no lo eras, eras liberado sin mayor trámite.
Si bien aún estamos lejos de la despenalización clara total y ostensible del consumo, que sería lo más sano y lógico, este es un paso en la dirección correcta.
Y es que en medio de la lucha contra las mafias del narcotráfico, las autoridades en muchas ocasiones sometieron a tratos de criminales narcomenudistas a decenas de miles de simples adictos, que fueron detenidos con pequeñas cantidades de alguna droga, que luego de ser sometidos, encarcelados y ser objetos en muchas ocasiones del escarnio público (como la clásica foto en la sección policiaca del diario provinciano), eran liberados por un juez, ya que no había razones fundadas para acusarlos de delitos graves.
(Eso podría explicar en mucho porque la autoridad federal anuncia 80 mil narcotraficantes detenidos en un año, de los cuales sólo menos de 2 mil eran consignados. Es obvio que la mayoría de los detenidos en este presunto combate contra el crimen, eran sólo consumidores con mala suerte.)
Así las cosas, la lucha contra la delincuencia organizada del narcotráfico es confundida con el combate a la drogadicción. Son temas relacionados, sin duda, tienen vínculos muy fuertes. Pero es claro que la violencia de las mafias es un problema delincuencial, mientras que las adicciones es un fenómeno de salud pública que requiere un trato distinto.
Esto aunado a que el pasado 20 de agosto entró en vigor las reformas a la ley contra el narcomenudeo, que incluye entre otras cosas la despenalización de la posesión de drogas en cantidades mínimas para el consumo personal, deja en claro que el país esta asumiendo poco a poco una actitud más racional y sensata para combatir de manera separada estos flagelos –la drogadicción y la narco violencia- que tanto dañan a nuestra sociedad y que aunque están ligados, deben ser atacados desde distintas trincheras.
Las adicciones –sea a una droga ilegal, al alcohol, a la azúcar, al chocolate, a la coca cola, vaya hasta ¡a una persona!-, son un problema de salud en el que están involucrados temas de relaciones de familia, de la escuela, de las amistades, de la biografía personal, pues.
Las personas no se hacen adictas porque quieren. Son una serie de circunstancias que los orillan a hacerse dependiente de una droga o cualquier otra sustancia.
Vale reproducir lo que dice Fernando Savater en una reciente entrevista en Milenio, cuando le preguntan qué decirles a los padres de familia ante este peligro para sus niños y jóvenes:
“Bueno, pues hay que decirles ‘eduque usted, eduque y eduque bien, porque todo es peligroso, en este momento internet es peligroso, la religión, como sabemos, es muy peligrosa, subirse en un avión es peligroso, la velocidad, las motocicletas, los autos y bueno, también la droga. Pues para eso está la educación, la educación está para saber cómo uno puede vivir en convivencia con los otros, sin hacerse daño, y sin matarse claro...si todo se prohíbe…’”
Y cuenta la anécdota: “el hijo de un amigo mío…, de 15 años se suicidó por amor, pues esas cosas de los adolescentes…Triste, muy triste. Entonces qué hacemos ¿Prohibimos el amor? ¿Prohibimos que los chicos salgan con las chicas?”
“Es que también el amor, cualquier cosa intensa, pasional, que da un sentido digamos a la vida, que no sea la rutina meramente laboral, todo eso lo puede llevar a un peligro, ¿Prohibimos todo eso para que la vida sea aburrida pero segura?”
Vale la pena reflexionar honesta e inteligentemente sobre esto.

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