lunes, 14 de septiembre de 2009

Las cifras de la violencia

Un primo que tengo en Costa Rica –hijo de mexicana y tico- me pregunta a través del email, cómo se vive la violencia en México, le intriga conocer cómo es que evitamos los mexicanos las balaceras, qué hacemos cuando nos topamos con algún descabezado tirado en la calle y cómo evitamos los secuestros y asaltos.
La idea que desde ahí se tiene de nuestro país, es el de una sociedad hundida por la violencia y la inseguridad, que sobrevivimos apenas entre crisis económica, la corrupción gubernamental de todo nivel, la impunidad y la violencia criminal.
Así la idea de que nuestro país vive en una creciente descomposición social y un deterioro permanente de la vida de los ciudadanos, también la tienen muchos de los países vecinos o cercanos.
Y no es para menos. Basta ver cualquier noticiero o leer cualquier diario en nuestro país, para darnos cuenta de la violencia que se vive día a día en muchas zonas del país, de la zozobra en la que –aparentemente- viven ciudades como Culiacán, Mazatlán, Reynosa, Apatzingán, Ciudad Juárez o Tijuana.
Todos los días nos recetan en los medios cifras espeluznantes de muertes, violencia, drogadicción, que nos tiene con la idea clara entre los mexicanos que en nuestro país se vive la peor violencia que puede haber a nivel mundial.
Sin embargo cuando trata uno de buscar estadísticas confiables, bien basadas y análisis comparativos para entender la dimensión de la creciente violencia en el país, nos encontramos con que no hay.
Pero este mes en la revista Nexos, el investigador y profesor del Colegio de México (y ex comentarista del programa “Entre tres” de los lunes en TV Azteca), Fernando Escalante Gonzalbo, presenta un muy interesante y revelador artículo titulado “Homicidios 1990-2007” en el que nos demuestra con datos duros y análisis comparativos, hasta qué punto en los medios de comunicación e informativos, en materia de seguridad pública y del crimen en nuestro país, vivimos sin datos, sufrimos sin cifras claras y nos sumergimos en una profunda preocupación por estos temas, sin tener indicadores que nos digan en dónde estamos y hasta dónde hemos avanzado, o no.
En ese provocador análisis nos presenta las cifras frías sobre el delito del homicidio en México en ese periodo y nos muestra contra toda percepción actual y en contra de lo que a diarios nos recetan en todos los medios de comunicación, que las cifras nos dicen que los homicidios se han reducido.
Y que las comparaciones que nos hacemos con países como Colombia en los años ochenta son desafortunadas, porque con toda la violencia que actualmente vivimos, no hemos alcanzado ni por mucho los índices de nuestro hermano país sudamericano.
La pasarela mediática nacional, tan poco afecta a los datos y a los indicadores cuando estos no reflejan algo que sea “noticia” (léase: que sea escandaloso) no le han dedicado espacio a reflexionar sobre lo que este artículo da a conocer (con la excepción de Héctor Aguilar Camín en su columna de Milenio).
Este artículo habla a profundidad de sólo unos de los delitos más graves, sino el que más, como es el homicidio. En materia de asaltos, secuestros, robos de autos no profundiza, aunque esboza que al parecer no es muy diferente la situación a la que se vive en cuestión de homicidios.
Y es que no se trata tampoco de pensar que la violencia en México es sólo cuestión de percepción y que los medios son los culpables de esta. Eso sería tomar un camino fácil.
Se trata de entender de que es necesario conocer los datos, compararlos, analizar cifras, hacer comparativos, conocer indicadores, no sólo para tenerlos ahí para los medios, sino también para que como sociedad nos enteremos en dónde estamos y en qué rubro hemos avanzado y en cuáles no.
También sería bueno que los medios y quienes trabajamos en ellos, echemos un vistazo a este revelador texto de Escalante Gonzalbo, nunca está de más en el afán de mejor informar, hacer un alto en el camino de la vorágine de la información diaria, para reflexionar sobre datos desde una perspectiva histórica.

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