martes, 23 de junio de 2009

Los universitarios y la innovación tecnológica

“Las debilidades de México siguen siendo sus instituciones públicas, el mercados de bienes de consumo y el mercado laboral, el nivel de educación y la falta de innovación”, así lo dice el Reporte de Competitividad de México 2009, publicado por el Foro Económico Mundial por primera vez para nuestro país.

El reporte –en cuya elaboración participó también la Universidad de Harvard- fue realizado de acuerdo a los estándares internacionales en la materia y en el se señala además de las debilidades, nuestras fortalezas a saber: “el tamaño de su mercado, buenas bases macroeconómicas y un sector privado sofisticado”.

Además se informa que México ocupa el lugar número 60 en competitividad a nivel mundial. Si tomamos en cuenta que la economía mexicana está dentro de las 12 más grandes del mundo, su nivel de competitividad es más que malo.

Como se puede notar dentro de las debilidades plateadas están el nivel de educación y la falta de innovación. Es decir, nuestra formación no sólo a nivel básico, sino también a nivel medio superior y superior, no está entre nuestras fortalezas. La falta de innovación es inherente a lo antes señalado. No hay investigación tecnológico dirigida hacía las necesidades económicas de nuestro país.

Por eso es importante y hay que resaltarlo, el anuncio hecho en esta semana por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (Upaep) y la empresa armadora de autos Volkswagen de México, de que se abre la carrera de ingeniería en diseño automotriz.

Y es que por increíble que parezca, en Puebla, sede desde hace casi 50 años de la planta de una de las empresas automotrices más importantes del mundo, y sostén económico de la región Puebla-Tlaxcala, no se había buscado formar técnicos profesionales especializados en los vastos temas relacionados con la construcción de autos (prácticamente se requieren de todas las áreas de ciencias exactas).

Las universidades poblanas se pasaron casi cinco décadas contemplando cómo llegaba la tecnología alemana. Teniendo expertos trabajando en la planta automotriz, no se les había ocurrido aprovechar esto para formar técnicos profesionistas que aportaran a la innovación tecnológica que se ha gestado en estas últimas décadas en la planta de VW.

Un poco tarde -pero es mejor que nunca-, una universidad poblana se da cuenta de esto y abre por fin una carrera que vincule de manera real y provechosa, el conocimiento e innovación tecnológica que una institución de educación superior puede dar a la planta productiva regional.

Tuvo que ser una institución privada la que tuviera esta iniciativa.
Pero sería momento que la BUAP y otras instituciones públicas, también se dieran cuenta de estas áreas de oportunidad y creen un vínculo verdadero –no retórico- entre universidad-empresa.

Esa idea de que sólo la ciencia pura es conocimiento y que trabajar para mejorar los métodos de producción en las empresas, es trabajar para la clase empresarial (“y fomentar la explotación del hombre por el hombre…” etcétera), es volver a un pasado ideológico, que no ha resultado productivo ni benéfico para la región, ni el país. Y muchos menos para los sectores más empobrecidos de México.

El rezago nacional en competitividad no es responsabilidad única de los gobiernos federal y estatales. Tienen su parte de culpa, pero no toda.

Las autoridades universitarias y las dirigencias patronales, cada una por su lado y en conjunto, tienen mucho que hacer al respecto.

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