lunes, 23 de marzo de 2009

El magisterio

José Luis Benítez Armas

La labor del maestro es insustituible. Son parte fundamental de la formación del futuro de cualquier sociedad. Antes se veía como un apostolado. Hoy lejos de ese aire mítico es una profesión dura, pesada, pero en general mejor remunerada que muchos otros trabajos. Y prueba de ello es que una plaza en el magisterio es bastante buscada y peleada por muchos (de hecho se cotiza alto en esa virtual “privatización educativa” que hoy se reconoce que existe en muchos estados del país y que se refleja en la venta y la heredad de plazas magisteriales.)

Si se compara con un maestro en Estados Unidos o en Europa, seguramente nuestros profesores no se acercan a sus salarios. Pero si se ponen al lado de los salarios y prestaciones de otros profesionales en nuestro país, no deja de ser apetecible ser maestro en México.

El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) –como gran parte del sindicalismo oficialista mexicano-- es una de las más acabadas criaturas del viejo estado autoritario y corporativista mexicano, forma parte sin duda de los últimos espacios del viejo régimen. Su millón (más o menos) de agremiados lo hace el más grande de Latinoamérica y el más poderoso de nuestro país. Simplemente si calculamos que por lo menos cada agremiado paga tres pesos diarios de cuota sindical, podemos proyectar el presupuesto que las dirigencias de este gremio manejan.

El manejo de los recursos, de las reglas internas y de los métodos de elección de los sindicatos en México son prácticamente discrecionales. Simplemente no hay manera de que entreguen cuentas claras. No hay manera de que se impida las reelecciones de sus dirigentes de manera infinita. Desde Fidel Velásquez, el poblano Blas Chumacero, pasando por el “independiente” Francisco Hernández Juárez de los telefonistas, hasta el dirigente del ayuntamiento de Puebla, Israel Pacheco, todos al igual que la dirigente nacional del magisterio, Elba Esther Gordillo, simplemente ponen sus propias reglas, disponen de sus recursos y sucesiones, sin que nadie les diga absolutamente nada, una vez que sientan sus reales sobre sus agremiados.

De ahí que el movimiento disidente de los maestros que actualmente se manifiesta en Puebla y trata de presionar al gobierno estatal, apele para justificar su movilización al combate de la dirigencia “charra” de la profesora Gordillo.

Sin embargo estos profesores disidentes no representan una verdadera vocación democrática. Su lucha no es por ayudar al país. Su objetivo es darle continuidad a ese sindicalismo antidemocrático, a defender privilegios gremiales sobre los intereses del país y a echar para atrás un esfuerzo de años, para lograr establecer parámetros mínimos de calidad para la menguada educación básica en México.

Afortunadamente los profesores en Puebla que se niegan a dar clases para defender un proyecto educativo “chambón” son los menos. Hay miles de profesores que siguen en la brega día a día, buscando hacer mejor su labor y aceptando y entendiendo que ser profesor no es sólo tener la plaza en el sindicato (sea comprada, heredada o ganada a pulso): ser profesor es trabajar a diario por superarse, por enfrentar los nuevos retos, entender los nuevos tiempos y retomar las nuevas tecnologías, para forjar una niñez y una juventud mejor preparada para un mundo cada vez más exigente y competitivo.

luisbenitez22@hotmail.com

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