domingo, 5 de julio de 2009

¿Y después de la elección, qué?

Hoy se conocerá como quedará conformada la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión y como se repartirán el pastel legislativo los ochos partidos nacionales.
Sabremos si el presidente Felipe Calderón podrá contar con un Poder Legislativo que le facilite la gobernabilidad o que se la complique.
Podremos avizorar el margen de maniobra de los partidos y sus posicionamientos ante el electorado con miras a la sucesión presidencial, tema que de seguro empezará a acaparar la agenda mediática el año entrante.
Y más allá de los sonados casos como la tragedia de la guardería de Hermosillo, de las presuntas negociaciones entre candidatos y narcos en Nuevo León, del predecible retorno de otra ola contagiosa de influenza tipo AH1N1, de la imparable racha de enfrentamientos entre las bandas del crimen organizado, temas que ya de suyo serían de quitar el sueño a todos los habitantes de nuestro país, hay una problemática estructural que atraviesa de una u otra manera estos y otros problemas más.
Y estos temas fundamentales apenas se mencionaron superficialmente en la campaña electoral que hoy concluye.
Uno de ellos es la previsible crisis de liquidez que enfrentarán los gobiernos federal, estatales y municipales, el año entrante. Todo esto consecuencia lógica de un año crítico para la economía nacional como ha sido el 2009.
Porque hoy estamos viviendo de la planeación y la recaudación del 2008, pero el 2010 se tendrá que enfrentar en base a lo sucedido en la economía de este pésimo año.
¿Cómo enfrentarán nuestros próximos diputados que hoy vamos a elegir, este reto al que tendrán que enfrentar al fin de año cuando se vote la ley de ingresos y egresos?
No lo sabemos. Es un enigma.
Sólo hay una cierta coincidencia en que ninguno de los partidos con grupos parlamentarios importantes van a asumir la responsabilidad política e histórica, de buscar una solución a fondo y de largo plazo, como sería una propuesta bien pensada para gravar medicamentos y alimentos con el IVA, buscar eliminar exenciones y en general, aligerar la pesada, compleja miscelánea fiscal que hoy agobia a la planta productiva y que sólo beneficia a la economía informal.
Ante esta negativa a hacer una reforma fiscal de largo plazo, sólo quedan dos opciones: el endeudamiento o la reducción drástica del gasto público. Cualquiera de las dos tendrá un alto costo.
El endeudamiento tiene la “ventaja” de que será un problema que no se verá en sus saldos muy negativos sino hasta mediano plazo y tendrá que solucionarse en el próximo sexenio.
La reducción del gasto público implicará reducción de nóminas y gastos operativos, que repercutirá en mayor o menor medida lo mismo a la alta burocracia que al personal de base y afectará temas tan sensibles como la seguridad pública, la salud, la educación y mucho del gasto de infraestructura.
Otro tema es la cada vez más grave problemática de las adicciones y asociado a esto, el tema de la lucha contra la violencia criminal (que se extiende cada vez más de manera indiscriminada por el territorio mexicano), que aunque sin duda si ocupó gran parte de la contienda electoral que hoy culmina, aún no se le ve fin ni mejora.
El PAN y el gobierno de Calderón, sólo han atinado a apostar por la persecución policiaca y la utilización creciente del ejército en este combate. Solución que para el caso del combate a las bandas criminales es sin duda necesaria, pero para el caso del problema de salud, es absolutamente insuficiente y errado.
El Poder legislativo ha dado tímidos pasos para buscar nuevos paradigmas y nuevas estrategias en la lucha contra este problema de salud. El Partido Social Demócrata ha sido el único que se ha aventurado -con mala fortuna por lo que dicen las encuestas-, a proponer la despenalización del consumo como un paso audaz hacia la racionalización de una lucha que hasta ahora y según las frías cifras, el estado va perdiendo ante la creciente ola de adicciones, principalmente entre jóvenes.
Estos son solo dos de los pendientes nacionales en los que al parecer después de las elecciones, quedaremos igual que como estábamos antes de ellas.

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